El Manifiesto del Partido Comunista es el documento programático más grande del comunismo científico. Fue escrito por Carlos Marx y Federico Engels desde diciembre de 1847 a enero de 1848. Y fue publicado en febrero de 1848 en Londres. Luego se ha reproducido innumerablemente en varios idiomas y en diversas partes del mundo.
En su oportunidad, Lenin lo valoró así:
"Este breve folleto tiene el mérito de un volumen completo. Hasta hoy día, su espíritu inspira y guía a todo el proletariado organizado y luchador del mundo civilizado".
Y en verdad, El manifiesto del Partido Comunista ofrece al proletariado la demostración científica de que son inevitables el hundimiento del capitalismo y la victoria de la revolución proletaria y señala las tareas y los objetivos del movimiento revolucionario proletario, porque como señaló acertadamente José Carlos Mariátegui:
“El proletariado no ingresa a la historia políticamente sino como clase social; en el instante en que descubre su misión de edificar, con los elementos allegados por el esfuerzo humano, moral o amoral, justo o injusto, un orden social superior. Y a esta capacidad no ha arribado por milagro. La adquiere situándose sólidamente en el terreno de la economía, de la producción. Su moral de clase depende de la energía y heroísmo con que opera en este terreno y de la amplitud con que conozca y domine la economía burguesa”.
En un brevísimo resumen valorativo, Lenin escribió:
“Esta obra expone, con una claridad y una brillantez geniales, la nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y del papel revolucionario histórico mundial del proletariado como creador de una sociedad nueva, comunista”.
En esa línea valorativa, Mariátegui apuntó varias características de la doctrina marxista, a partir del Manifiesto del Partido Comunista:
“Marx descubrió y enseñó que había que empezar por comprender la fatalidad de la etapa capitalista y, sobre todo, su valor. El socialismo, a partir de Marx, aparecía como la concepción de una nueva clase, como una doctrina y un movimiento que no tenían nada de común con el romanticismo de quienes repudiaban, cual una abominación, la obra capitalista. El proletariado sucedía a la burguesía en la empresa civilizadora. Y asumía esta misión, consciente de su responsabilidad y capacidad -adquiridas en la acción revolucionaria y en la usina capitalista- cuando la burguesía, cumplido su destino, cesaba de ser una fuerza de progreso y cultura”.
“El socialismo ético, pseudocristiano, humanitario, que se trata anacrónicamente de oponer al socialismo marxista, puede ser un ejercicio más o menos lírico e inocuo de una burguesía fatigada y decadente, mas no la teoría de una clase que ha alcanzado su mayoría de edad, superando los más altos objetivos de la clase capitalista”.
“El marxismo es totalmente extraño y contrario a estas mediocres especulaciones altruistas y filantrópicas”.
“Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social, superior al orden capitalista, incumba a una amorfa masa de parias y de oprimidos, guiada por evangélicos predicadores del bien”.
“La energía revolucionaria del socialismo no se alimenta de compasión ni de envidia. En la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse a una "moral de productores", muy distante y distinta de la "moral de esclavos", de que oficiosamente se empeñan en proveerlo sus gratuitos profesores de moral, horrorizados de su materialismo”.
“Una nueva civilización no puede surgir de un triste y humillado mundo de ilotas y de miserables, sin más título ni más aptitud que los de su ilotismo y su miseria”
El Manifiesto, como programa redactado por Marx y Engels para la Liga de los Comunistas desde diciembre de 1847 a enero de 1848, apareció primeramente en febrero de 1848 en Londres como un folleto de 23 páginas. Desde marzo a julio de 1848, fue reimprimido en serie en el Deutsche Londoner Zeitung el órgano democrático de los emigrantes germanos. En el mismo año una edición alemana del Manifiesto fue reimprimida en Londres como un folleto de 30 páginas. Esta edición sirvió como base de las ediciones siguientes autorizadas por Marx y Engels. En el año 1848 el Manifiesto fue también traducido en numerosas lenguas europeas: francés, polaco, italiano, danés, flamenco y sueco. Los nombres de los autores no fueron mencionados en las ediciones de 1848. Ellos fueron mencionados inicialmente en el prefacio del editor escrito por George Harney para la primera traducción inglesa del Manifiesto, en el diario cartista Red Republican (República Roja), en 1850.
A los 170 años de haber sido escrito el Manifiesto, veamos dos de sus pasajes elementales, que revelan como el capitalismo, ahora en su modalidad neoliberal y globalizado, caracteriza la sociedad moderna:
“La sociedad burguesa moderna, levantada sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clases. No ha hecho sino sustituir con nuevas clases a las antiguas, con nuevas condiciones de opresión, con nuevas formas de lucha.
Sin embargo, el carácter distintivo de nuestra época, de la época de la burguesía, es haber simplificado los antagonismos de clases. La sociedad se divide cada vez más en dos grandes campos opuestos, en dos clases enemigas: la burguesía y el proletariado”.
“Allí donde ha conquistado el Poder [la burguesía] ha pisoteado las relaciones feudales, patriarcales e idílicas. Todas las ligaduras multicolores que unían el hombre feudal a sus superiores naturales las ha quebrantado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre hombre y hombre que el frío interés, el duro pago al contado. Ha ahogado el éxtasis religioso, el entusiasmo caballeresco, el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades, tan dolorosamente conquistadas, con la única e implacable libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, directa, brutal y descarada.
La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones hasta entonces reputadas de venerables y veneradas. Del médico, del jurisconsulto, del sacerdote, del poeta, del sabio, ha hecho trabajadores asalariados. La burguesía ha desgarrado el velo de sentimentalidad que encubría las relaciones de familia y las ha reducido a simples relaciones de dinero”.
25 de febrero del 2018.
Comité Creación Heroica.